Podría pasarme días escribiendo y ni aun así podría agradecerte todo lo que debería.
El maestro no solo tiene el papel de enseñar, también el de aprender, ¡y no sabes cuánto me has enseñado tu a mí! Muchas veces el fin si justifica los medios, y si los medios que hemos necesitado para llegar hasta hoy han sido los que usamos, puedo decir que estoy orgullosísima de haberlo hecho. Orgullosa de haber compartido contigo los 19 años que hoy cumples, de haber sido tan madre, tan gritona, “tan pesá”, de verte crecer, cambiar, madurar y llegar a ser lo que hoy eres, toda una mujer hecha y derecha.
No sabes la satisfacción que da ver los frutos de algo en lo que te has empeñado tanto. No sabes la satisfacción que da poder decir “valió la pena”, y sinceramente, poder decir eso hoy, es el mayor regalo que me podrías haber hecho.
¿Sabes qué? Tiene mucho más mérito el que se levanta tras haber caído que el que nunca se cayó. El pasito se demuestra caminando, cayendo y levantando, y si es así, hay que darle las gracias a cada una de las piedras que aparecen en ese camino. Pero, te prometo, que por muchas piedras que encuentres en el tuyo, siempre estaré ahí, para curarte las heridas cuando te caigas, ayudarte a levantarte y seguir, sacarte una sonrisa y hacerte ver que en la vida, todas las cosas que merecen la pena son aquellas que nos cuesta trabajo conseguir.
Muchísimas felicidades por tus 19, tus odiados 19 años; pero por mucho que los odies, disfrútalos, porque recuerda: los dioses no envidian, porque somos mortales, porque cada momento nuestro podría ser el último y porque nunca serás más guapa de lo que eres ahora; y dentro de unos años, recordarás tus 19 con cariño.
“Solo puedo desearte que seas feliz, que la luna y las estrellas siempre estén a tu alcance, que siempre seas la reina y no la esclava de tu lágrimas; que las lágrimas de dolor se transformen en lágrimas de alegría y que tu días de soledad sean una eternidad de compañía”
TE QUIERO, Sistah! :D
